• dic 2008
TILT
Juan Beccar Varela
Paulo Fast

Tomar fotografías técnicamente perfectas es cada vez más simple.
Las cámaras de rango medio, reducidas al status de un electrodoméstico, no son más difíciles de operar que un minicomponente.
Los automatismos, de funciones cada vez mas complejas, resuelven perfectamente las ecuaciones cuya resolución otrora definían al fotógrafo profesional.
El modo manual, la clásica M en el dial de control, ha quedado recluido como un último recurso para nostálgicos.

Para Flusser, el fotógrafo no es más que un operario que produce fotografías con los límites que le impone el aparato fotográfico. En términos contemporáneos, y  aun bajo los mismos límites conceptuales, el progreso ha arrinconado al fotógrafo con una serie de libertades aparentes.
Si la fotografía responde y se adecua a esos límites impuestos por una ideología encarnada en los nuevos paradigmas tecnológicos, el encuadre es una de las pocas y magnas decisiones creativas que aun le quedan al fotógrafo.

El qué y el cuándo fotografiar son las preguntas cuestionadas en las obras de Paulo Fast  y Juan Beccar Varela.
La antesala del qué, es lo que parece querer capturar Fast con su serie de imágenes-límite.
En unas, ese límite es la luz en su vuelo rasante sobre las butacas vacías de un teatro, o cuando se entromete, apenas, sobre la uniformidad de un infinito negro de cartón. Fast ha invertido su cámara, ha ido hacia el atrás de las cosas fotografiadas. Se ha fijado en los fondos infinitos de sus colegas, como queriendo ascultar el palimpsesto aurático  de sus  imágenes pasadas. Que otra cosa es el fondo infinito, sino el bastión incuestionado de la profesión fotográfica. Las imágenes representan el particular y único vacío de eso que ha quedado impreso en fotografías tomadas por los otros. O en esas butacas rojas de espectadores ausentes, miradas desde el escenario del teatro, otro gran hueco, esta vez  ese abismo al que se enfrenta el actor en cada obra representada.
Sus imágenes completan un (involuntario?) homenaje a la fotografía. Aquí se instalan rodeando la imagen de una explosión (de hidrógeno, o bien de magnesio), la única fotografía de la serie que sugiere un tiempo congelado.

Beccar Varela multiplica el cuándo fotográfico en una sumatoria de momentos imprecisos. Lo suyo es descomponer y recomponer la idea suprema del corte temporal que sugiere la fotografía clásica, y construir un pasado engañoso en forma de composiciones que van desde lo canónico al caos, todo engarzado con el refinamiento de un orfebre.
Un Shopping representado con la sobriedad de una iglesia, Reproducido como un templo del consumo, llevado hasta la exégesis de líneas áureas y  tercios decimonónicos representados como en una postal renacentista. Beccar Varela nos sostiene ante una toma imposible, donde la extrañeza se cuela despacio, tejida en una fina trama de relaciones atemporales. Esta imagen dialoga con su otra propuesta, donde parece haber desglosado ese Moebius implícito en este tipo de lugares, una cadena sin salida ni otro destino que perpetuar la raza del hommo de consumo.

Las propuestas de Fast y Beccar Varela se cruzan en un Tilt, un corrimiento de ejes donde la realidad parece bascularse y quedar falsamente apresada en esa superficie con sentido que es la fotografía.

Gabriel Valansi

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